No sé ni por donde empezar. Por más de 60 días el hospital de Stanford ha sido mi casa. En esos días solo hubo enseñanzas. Enseñanzas de quién soy, quién es mi familia. Enseñanzas sobre la vida de una enfermera, la vida de un doctor. Enseñanzas de paciencia, de amor, enseñanzas de esperanza. Y sobretodo el resultado final ha sido LA UNIÓN.
No cabe duda que “el optimista siempre va a encontrar una oportunidad ante cualquier adversidad”. Y así mismo fue como pasé mis días en el hospital: con una actitud positiva. No voy a decir que fue súper fácil todo el tiempo. Como todo hubo subidas y bajadas. Pero creo que la mayoría del tiempo fui fuerte. Puedo decir que no me aburrí. No lloré diario. Solo hubo dos cosas difíciles: la comida y despedirme de Chuche y Vicky cada domingo.
Estar en el hospital me daba la esperanza de vida. La esperanza de que si algo ocurriera yo estaría en buenas manos. La esperanza de que Caro y yo íbamos a estar bien. Me trataron de maravilla todo ese tiempo: Los doctores, las enfermeras, el servicio, la comida (mayor parte).
Me dieron permiso para que Victoria pudiera quedarse con nosotros en el cuarto cada fin de semana. Lo cual esperaba cada semana. Debo admitir que era difícil el domingo por la tarde cuando se regresaba. Pero todo volvía a la rutina de nuevo.
Habían pasado 14 días y fue cuando lloré por primera vez. Pero no porque quisiera regresar a casa (aunque claro que sí quería) sino porque me hicieron un ultrasonido y todo seguía igual. Y obvio uno tiene esperanzas de que todo se solucione.
Llegó el día en que me dieron la fecha del 11 de mayo. Incluso me dijeron que me iban a dar de alta y me fui a vivir a la casa de Ronald McDonalds. La casa de Ronald McDonalds era como un parque de diversiones para Victoria. Y verla divertirse me daba vida. Estando ahí tuve otro sangrado después de más de 30 días sin sangrar. Así que regresé al hospital y me dieron nueva fecha. Esperar la nueva fecha fue desesperante. El no saber es una gran angustia. La nueva fecha fue para el 3 de mayo a mis 35 semanas. Estoy tan agradecida por haber llegado tan lejos.
Como lo dije anteriormente, esta estadía en el hospital por tanto tiempo no solo demostró mi fortaleza y la de Chuche. Mirar a Vicky cómo estaba con las abuelas y lo fuerte que era cada domingo cuando se iba me daba fortaleza a mí también. Le debo todo a los cuatro abuelos que nos ayudaron BASTANTE!. Estoy totalmente agradecida. 100% agradecida.
Carolina. Te queremos mucho. Ya queremos que estés aquí con nosotros. Sé que serás una niña fuerte y que le echarás ganas para poder regresar pronto a casa.
Te amamos.